viernes, 15 de junio de 2012

{El tiempo perfecto de Dios}

Hoy desperté con prisa; dejé la alarma sonar por unos 40 minutos más de lo usual. Traté de hacer todo lo más rápido posible para lograr llegar a tiempo al trabajo. Justo antes de salir de casa, regresé a mi cuarto por mis lentes y encontré una pequeña caja en mi buró. Me dio mucha curiosidad abrirla, aunque ni siquiera sabía si era mía o no, pero ¨me aventuré¨ a tomar unas tijeras, cortar la cinta adhesiva que tenía la caja, y ver qué había dentro de ella.

Para mi sorpresa dentro de la caja había un collar con unos aretes de color azul turquesa. Inmediatamente bajé a la cocina, en donde estaba mi mamá, y le pregunté que de quién era esa caja. Me dijo lo que yo tanto quería escuchar: "Son para ti". "¿Por qué?" le pregunté un poco dudosa, "Te los traje del viaje de Colorado (mis papás habían viajado hace un mes y medio) y se me había pasado dartelo".

Me emocioné mucho al verlo porque había estado buscando un collar y aretes de ese mismo color durante esta semana, sin haberle comentado a nadie más, para un evento el domingo. Mi mamá me dio el regalo que tenía para mi desde hace un mes y medio, justo  en el tiempo en que yo necesitaba recibir ese collar y aretes.

Me conozco, si mi mamá me hubiera dado ese collar antes del día de hoy, probablemente no habría considerado usarlo para el evento del domingo, y seguiría buscando qué ponerme para ese día, pero también, crero que no lo habría valorado tanto como hoy que lo recibí. El regalo llegó justo a tiempo.

Esta experiencia me hizo pensar en el tiempo perfecto de Dios. Me sorprende que Dios está en los pequeños detalles y que Su tiempo es el tiempo perfecto. Recuerdo todas las veces que he buscado y deseado algo y, sin saber o entender las razones, Dios decide no darme eso que tanto anhelo, en el tiempo en que yo lo quiero.
Verás, Dios tiene un tiempo perfecto. Dios está hasta en esos pequeños detalles. En esas pequeñas, pero extra-ordinarias sorpresas. En ese nuevo amanecer. En ese regalo inesperado. En esa respuesta que estabas esperando. En ese momento en que nos toca, simplemente, esperar. Dios está.

Mi tiempo no es, para nada, perfecto. Soy impuntual, o llego muy temprano, a veces ni si quiera llego. Pero el tiempo de Dios no es así. Hoy te invito a que confíes en que el tiempo de Dios es perfecto, y que en Su tiempo y en Su forma, Él te sorprenderá. 

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